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¿ POR QUÉ NOS ADORNAMOS?

¿Alguna vez te has preguntado por qué nos adornamos?. Muy probablemente no te habías dado cuenta de que en el planeta Tierra, curiosamente somos los únicos seres que nos adornamos: tatuajes, maquillaje, telas, plumas, huesos, piedras y por supuesto joyas, las más finas y exquisitas creaciones que el hombre ha hecho en su búsqueda de una determinada imagen.

Quizá no estamos suficientemente complacidos con nuestra apariencia natural ya que nos hemos venido adornando desde los inicios de la humanidad y por supuesto seguiremos haciéndolo hasta el fin de la existencia humana.

Si lo vemos estrictamente, no necesitamos adornarnos para sobrevivir, tal vez cuando aparecimos en este planeta era necesario algún tipo de camuflaje sobre todo para la caza, pero no es eso a lo que me refiero, hablo del adorno superfluo, aquel que se hacía a propósito, por ejemplo, con los huesos de los animales cazados durante el día o bien un collar con la exquisita perla encontrada después de muchos días en las profundidades del océano.

Y seguramente estarás pensando que podríamos vivir sin un collar o un prendedor y tienes toda la razón, sin embargo, el adorno, y las joyas como parte fundamental de ello, es una forma de expresión de nuestro ser, de nuestra alma, es un reflejo de quienes somos y está conectado con nuestra forma de concebir el mundo y nos vincula de forma afectiva con lugares y eventos a través de algo tangible.

Por ello es tan poderoso y significativo, transmite un mensaje. Y como tenemos un cuerpo físico, lo usamos para ello en múltiples y variadas formas. Ningún otro ser de la naturaleza se adorna a voluntad.

Adornarnos es la conjunción de lo material y su significado, mezcla que encontramos perfectamente reflejada en una pieza de joyería. Necesitamos creer por eso nos colgamos cruces. Necesitamos recordar, por ello llevamos un guardapelo cerca del corazón.

Necesitamos soñar, por eso una novia elige una tiara para el día de su boda. Cada emoción, cada anhelo se encuentra plasmado en una joya.

Cada vez estoy más convencida de que nos adornamos para satisfacer a nuestra alma y que los adornos que nos ponemos no son necesarios para nuestra supervivencia animal pero sí lo son para la espiritual.